¿Cómo fortalecer nuestra familia?

En mi labor de consejero espiritual, me ha tocado trabajar con diferentes personas en las distintas etapas de la vida. Una de las etapas más especiales, hacia donde casi todos nos dirigimos en algún momento, es a formar una familia. Tener un compañero de vida o convertirnos en padres es un gran regalo de la vida, por lo que debemos prepararnos adecuadamente para ello.

Amar a una persona significa convivir con ella, sufrir por ella y estar siempre a su disposición. En un mundo donde apremia el egoísmo y los intereses individuales, cada vez es más difícil encontrar personas con esas cualidades. Buscamos renunciar a los compromisos en búsqueda de una felicidad vana. La poca comprensión, la violencia y los intereses mezquinos, no permiten que desarrollemos una relación amorosa con los demás. Sólo el acuerdo mutuo en pos de un bienestar común ayudará a la familia a superar cualquier dificultad.

La educación de la familia es un aspecto fundamental. Mantener relaciones armónicas, superar los obstáculos en conjunto, resaltar los logros de los miembros de la familia y relacionarse con sinceridad serán las cualidades de una familia sólida y consciente. Tanto hombre como mujer tienen una responsabilidad muy grande en el cuidado de la familia: el hombre nunca debe olvidar que la mujer es madre y donde exista maltrato a la madre nunca habrá prosperidad, sino lamentación. Por otro lado, la mujer debe recordar que el hombre es su protector y compañero, la persona que le ayudará a guiar su vida.

Las relaciones respetuosas entre los padres serán un profundo ejemplo en la vida de los hijos, un ambiente familiar armonioso es, sin duda, un regalo de Dios. No debe haber competencia al interior del círculo familiar, sino protección y amor. Esta práctica traerá felicidad y bienestar al hogar. Es entonces, que las pruebas que surjan en el camino serán consideradas como situaciones que ayudan al crecimiento responsable de la familia, para avanzar con amor y sacrificio.

La cultura védica dice: "no hay mal que por bien no venga", con esta consigna al frente, padres, hijos y hermanos podrán continuar juntos en el camino de la vida, superar las dificultades y prepararse para el desarrollo espiritual de cada uno.